miércoles, 29 de febrero de 2012

Bignonias de invierno



Se llama Bignonia de invierno (también conocida como Liana de llama o Trompetero naranja). Florece desde octubre y a lo largo de toda la estación fría, cuando el resto de las trepadoras ya no lo hacen. Visten muros, decoran pérgolas, trepan por las rejas. Convierten un yermo paisaje en un espectáculo de color. Nos alegran la vista con su intenso naranja; y nos hacen soñar con melodías tubulares y sonidos de campanas, que entonan a dúo entre sus flores abiertas y cerradas.

Me recuerdan a ciertas personas que conozco, personas capaces de convertir un gélido invierno en una cálida primavera.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Amanecer



Hoy es un día de esos en los que me siento nueva como un amanecer. Con la casa del alma abierta de par en par, para dejar entrar y salir lo mejor del momento.

viernes, 10 de febrero de 2012

Así de pequeña



Solo volvería a ser así de pequeña para una cosa: quedarme dormida entre los brazos de mi madre.

domingo, 5 de febrero de 2012

Una rana poco común


Me la encontré en mi paseo a Tara. Como puede verse, es una rana. Creo que una rana joven, cambiando de color. Cuando llegué a la fuente, la rana estaba sobre la piedra de la balaustrada, tomando el sol . La miré y ella me miró. Me quedé inmóvil, no quería que desapareciera de mi vista. Me causa mucha desilusión escuchar el "plof" de las ranas saltando al agua cuando me acerco a una charca. Me encantan las ranas, pero supongo que son asustadizas (o puede que solo tímidas) y casi nunca consigo que se queden en tierra y pasar desapercibida ante ellas. Así que me quedé quieta, seguí mirándola. 

Al rato, decidí sentarme sobre la cerca de piedra. Lo hice muy despacio, sin quitarle los ojos de encima, pensando que así podría engañarla, hacerla creer que no me estaba moviendo. La rana siguió tomando el sol, supongo que no me dio tanta importancia o se acostumbró a mi presencia. Una vez sentada, y siempre de forma cuidadosa, saqué mi bloc de dibujo y destape mi super-lápiz Faber Castlle con capucha. Entonces sí que pareció darse cuenta y… ¡comenzó a posar!... “Aha, una rana presumida…”, pensé. Comenzaba a dibujarla cuando la oí decir: “Espero que me saques hermosa… este es mi lado bueno”. Hice lo que pude. 

Cuando terminé su retrato, quise mostrarle la imagen pero, de un salto, se zambulló en el agua y desapareció en su verde fondo. Eso sí, antes del plof, la escuché reír. Supongo que al final no le importaba tanto si era o no hermosa, y solo quería hacer chanzas conmigo, jugar un rato y pasarlo bien. Quiero mucho a esa rana, fue divertido conocerla.