miércoles, 28 de marzo de 2012

La magia del momento


No tienen prisa, no aceleran ni retrasan nada. Están ahí, enraizadas al momento, viviendo paso a paso un proceso, sin creer en un principio ni en una culminación. Son orquídeas silvestres.

Florecen desde hace años cada primavera en el jardín. Hace semanas asomaron sus primeras yemas. Mi primer deseo al verlas, fue el alcance de un futuro, “¡Qué bonitas cuando se abran!”, pensé. Luego me quedé mirándolas, y me puse a escuchar. Entonces mi deseo inicial se desvaneció frente a la maravilla del presente. De la semilla hasta su manifestación hay todo un ciclo. Ellas viven cada etapa como un fin en sí mismo, sin forzar nada, sin hacer diferencias, ni darle más importancia a una u otra parte del proceso.Cada parte es necesaria, encierra su propia belleza y conlleva un aprendizaje. Creo que ahí reside la fuerza y  armonía de la naturaleza: en la intensa presencia con la que se muestra en cada aquí y ahora.

Alcancé mi sombra: la de mi impaciencia latente por acabar cada proyecto que empiezo, la ansiedad que genero frente a todo lo que queda por hacer, o la inquietud en la espera por la llegada de una fecha en el calendario. Por esa manía de vivir hacia delante, o hacia atrás, tanto da, la cuestión es vivir fuera de momento y lugar.

Por suerte, están las orquídeas silvestres. Para alertarme que cada paso del camino constituye una parte del conjunto, y que ese conjunto solo madurará cuando se haya completado cada fase. Que será un resultado, que terminará pasando y nada más, y que es absurdo esperar a celebrar el resultado y perderse la celebración del instante.

Ahora que las miro, las veo tan bellas, o incluso más que cuando están abiertas. Albergan la belleza in situ y en potencia, que se va alimentado y creciendo cada día. La energía de la transformación, del fluir constante, del gran misterio que es la vida. 

Y por encima de todo, esa magia especial, ingrediente básico para la felicidad: la magia de estar conectadas al latir de cada instante.

domingo, 18 de marzo de 2012

Anoché soñé...

Hace años escribí un poema para mi hermana en su cumpleaños. Y este año, se lo quiero volver a regalar. Es lo que tienen los poemas de cumpleaños, se pueden regalar cada año. Va por ella. ¡Feliz cumpleaños, hermana!



Anoche soñé que te regalaba un delfín...
un delfín rosa que te hacía reír,
jugando con la marea,
salpicando de espuma blanca tu  nariz.

Avanzábais juntos por las olas del alba,
persiguiendo estelas de veleros.

Te impulsaba a seguirle con su aleta rosada.
¡¡¡Llegábais muy profundo en el océano!!!
Y allí te mostraba los secretos de tu corazón.

Las noches no importaban,
por muy frías y oscuras que fueran
porque él te acogía y tú te dormías
bajo un manto de estrellas saladas.

Bañaba de luz un nombre...
¡Sí, era tu nombre!
Un nombre muyyy DORADO.

Anoche soñé que te regalaba un delfín.

Al despertar, le oí como en un susurro,
muy bajito me decía que...

¡ANTES DE YO SOÑARLO,
ÉL YA ESTABA JUNTO A TI!




viernes, 9 de marzo de 2012

Canillas de Aceituno




Golondrinas,
sus vuelos rasantes se retiran,
dejan el rastro de ondinas en el agua.

El último trazo rojo del día se sumerge en la montaña.
Se hace a oscuras.
Ladra un perro, canta un gallo,
sonidos aislados que llegan de abajo,
remontando los primeros faroles encendidos.

Orquestina de grillos, y la luna,
que recita en silencio la calma del verano,
pintada sobre el espejo de la piscina.
Agua celeste y oscura.

Del paseo de la tarde, retorna el olor del monte,
pinos silvestres, romero y lavanda,
aromas cuajados de sol se liberan en la noche cálida.

Luces de pueblo, campanario dormido,
las estrellas con sus nanas,
la noche envuelta
en su lluvia salpicada.