Golondrinas,
sus vuelos rasantes se retiran,
dejan el rastro de ondinas en el agua.
El último trazo rojo del día se sumerge en la montaña.
Se hace a oscuras.
Ladra un perro, canta un gallo,
sonidos aislados que llegan de abajo,
remontando los primeros faroles encendidos.
Orquestina de grillos, y la luna,
que recita en silencio la calma del verano,
pintada sobre el espejo de la piscina.
Agua celeste y oscura.
Del paseo de la tarde, retorna el olor del monte,
pinos silvestres, romero y lavanda,
aromas cuajados de sol se liberan en la noche cálida.
Luces de pueblo, campanario dormido,
las estrellas con sus nanas,
la noche envuelta
en su lluvia salpicada.
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