Visionar el pasado 5 de junio con motivo
de la celebración del día del Medioambiente el documental “Generación Greta”
que emitió Documentos TV, renovó mis esperanzas en el ser humano. Más
concretamente, las nueve jóvenes, activistas medioambientales, que aparecen en
el documental y que luchan por su futuro y el de todos nosotros renovaron mis
esperanzas en el ser humano.
La Generación Greta surge en el verano del 2018 cuando la joven sueca Greta Thunberg (más bien adolescente por entonces, 15 años) comienza una huelga escolar frente al parlamento de su país por el cambio climático. La valentía, el arrojo y la hiperclaridad de esta joven para manifestar la urgencia de la crisis climática frente a dignatarios políticos de todo el mundo provocaron un movimiento en cadena al que se sumaron millones de jóvenes y adolescentes de todas partes del planeta. Fue el denominado "Fridays for Future", un fenómeno de activismo estudiantil tan inspirador y efectivo que recibió el premio Campeones de la Tierra de la ONU en el 2019. Desde entonces hasta hoy el fenómeno sigue activo; y seguramente los veremos resurgir con fuerza una vez estabilizada la pandemia por Covid.
Van con la verdad por delante, de forma
directa y sin tapujos, piden acciones inmediatas, no les sirven las excusas.
Escuchan a los científicos y se toman sus investigaciones muy en serio. Son cooperativistas. Entienden que para conseguir superar la crisis climática actual todas las partes han de implicarse y colaborar, desde el ciudadano de a pie al último empresario y político. Mantienen buenas relaciones y trabajan conjuntamente con organizaciones ecologistas, tanto las de primer orden como Greenpeace o Ecologistas en Acción hasta movimientos verdes de alcance más comunitario y local. Conocen
la manipulación del lenguaje engañoso político y saben que la crisis actual es
el resultado del capitalismo despiadado, la avaricia de empresarios y
gobernantes y la falta de concienciación ciudadana. También saben de la fuerza
de la educación para impulsar el cambio en las costumbres de cada hogar y por
eso exigen la verdad en la información que nos venden y piden que nos dejen de
engañar. Utilizan las redes sociales como aliadas para denunciar la injusticia,
mostrar la verdad, divulgar y concienciar. Están agitando conciencias, haciendo
tambalear las bases del sistema, cambiando leyes, llevando a cabo la nueva
revolución, tan esperada como necesaria.
Está claro que no pertenezco a la
generación Greta por fecha de nacimiento (la componen jóvenes menores de 25
años), pero sí me reconozco en ella por compartir sus principios y amor al
planeta. Tienen todo mi apoyo, y les doy las gracias por estar empleando la
energía de la juventud en un cambio a mejor para todos. Y a la vez, les pido
disculpas por no haber empezado antes, en generaciones precedentes, en mi
propia generación, la lucha que ellos han tenido que iniciar. Ya fuera por
desinformación o por acomodamiento social no supimos ver la urgencia de lo que
ya entonces era urgente. Pero ahora me uno a vuestra causa, que es la mía desde
hace años y que no he sabido gritar como vosotros, y os doy las gracias por ser
la voz de la renovación y la esperanza.
Votaría mil y una veces antes a cualquiera
de las jóvenes que aparecen en el documental para que gobernase mi país que a
cualquiera de los políticos actuales que nos representan, ya que todos ellos
muestran una clara inacción e ineptitud en lo que a solución de problemas
medioambientales se refiere.
Solo un detalle. Y para ello nada mejor
que transcribir las palabras de Melati, la joven balinesa de 19 años que
aparece en el documental reseñado:
“Entonces, ¿cuáles son esas barreras tan
insuperables que hacen que las empresas no puedan cambiar? He aprendido mucho
sobre los diferentes niveles que tiene la burocracia, sobre lo complejo que es
el sistema. En los encuentros con políticos, me dicen cosas como:
“¡Si yo estoy de acuerdo contigo, pero
es que es demasiado difícil!”.
Yo les digo: “Explíqueme por qué es tan
difícil”, y me enumeran todas las trabas legales que han creado para ponerlo
todo súper difícil. La manera de pensar de los políticos tiene que cambiar por
completo, y eso solo se puede conseguir con un relevo generacional”.
Estas son las palabras de Melati. Se
puede decir más alto, no más claro.
Las leyes y entramados burocráticos que
los propios políticos y el sistema han diseñado impiden el cambio para salvar
al medioambiente y al planeta. Impiden el cambio para salvarnos. Leyes y
normativas centradas en intereses propios y económicos más que en intereses
humanos y medioambientales. Frenar la deforestación y el uso de energías
fósiles por citar dos claros exponentes de la crisis climática se ha convertido
en una tarea ineludible que los políticos siguen enfrentando con palabras
vacías, papel mojado y poquísima acción. Esto se dice de las energías
fósiles: capacidad energética elevada a un coste mínimo. Claro que
se refieren a un coste mínimo económico, porque el coste en vidas ya vemos que
está siendo cada vez más elevado.
Hemos llegado al punto sin retorno. Hay
que seguir la iniciativa de estos jóvenes y pasar a la acción inmediata. Poner
todas las energías en planificar y ejecutar una transición verde, con nuevas
salidas y reconversión profesional. Es lo que los sindicatos de trabajadores
denominan transición justa. Según la consultoría Vivid Economics,
los proyectos en energía renovables crearían 10 veces más empleos que los
combustibles fósiles. Está claro que es beneficioso, no solo para la vida, sino
para impulsar la economía y combatir la pobreza. Entonces, ¿a qué se
debe ese inmovilismo gubernamental, esta obsolescencia política? Nos toca
a los mayores seguir el ejemplo de estos jóvenes y aunar fuerzas con ellos,
presionar a los gobiernos, exigir nuestros derechos para que hablen menos y actúen
más. Abordar la transición energética ya, empezar a implementar energías
renovables, plantar árboles como locos, campañas y acciones encaminadas a
reducir la huella de carbono, la de cada individuo, la de cada actividad o
empresa.
El futuro es sostenible o no hay futuro.
Es en resumidas cuentas lo que nos está diciendo la Generación Greta. Que no es
otra cosa que lo que llevan años diciendo los científicos de todo el mundo a
los que tan poco caso hacen nuestros gobernantes y a quienes estos jóvenes
sitúan en primera línea del rescate planetario. Si por mí fuera, votaría ya por
ese relevo generacional. Sin ninguna duda, a corazón abierto y con los ojos
cerrados. Seguro que se les ocurrían mil maneras de desmontar ese engranaje
burocrático y político para crear un nuevo sistema económico sostenible,
centrado en procedimientos éticos y una forma de consumo y producción más justa
para todos. Centrado en salvaguardar la vida del planeta y de la humanidad, que
es decir lo mismo por mucho que algunos se empeñen en crear la dualidad entre
ambos conceptos.
La vida es la vida en cualquiera de sus
manifestaciones. Formamos parte de una cadena unida y conectada entre sí por
hilos invisibles (o más bien y como ya sabemos, por hilos muy visibles de tan
evidentes que son). Si se destruye una parte de esos hilos, se destruye la
cadena entera. Es lo que estamos viendo. Es lo que estos jóvenes no se cansan
de advertirnos porque ya no queda tiempo. Y nosotros, los adultos, tan listos,
tan de vuelta, los mayorcetes, ¿qué vamos a hacer? ¿Apoyarles, escucharles,
tenerlos en cuenta, hacerles casos, dejar que sean los protagonistas del ahora
para asegurarnos la supervivencia o hacer oídos sordos, darnos la vuelta,
pensar que ya se cansarán de gritar y asistir a nuestra propia extinción?
Yo lo tengo claro, voy con la Generación
Greta.