No tienen prisa, no aceleran ni retrasan nada. Están ahí, enraizadas al momento, viviendo paso a paso un proceso, sin creer en un principio ni en una culminación. Son orquídeas silvestres.
Florecen desde hace años cada primavera en el jardín. Hace semanas asomaron sus primeras yemas. Mi primer deseo al verlas, fue el alcance de un futuro, “¡Qué bonitas cuando se abran!”, pensé. Luego me quedé mirándolas, y me puse a escuchar. Entonces mi deseo inicial se desvaneció frente a la maravilla del presente. De la semilla hasta su manifestación hay todo un ciclo. Ellas viven cada etapa como un fin en sí mismo, sin forzar nada, sin hacer diferencias, ni darle más importancia a una u otra parte del proceso.Cada parte es necesaria, encierra su propia belleza y conlleva un aprendizaje. Creo que ahí reside la fuerza y armonía de la naturaleza: en la intensa presencia con la que se muestra en cada aquí y ahora.
Florecen desde hace años cada primavera en el jardín. Hace semanas asomaron sus primeras yemas. Mi primer deseo al verlas, fue el alcance de un futuro, “¡Qué bonitas cuando se abran!”, pensé. Luego me quedé mirándolas, y me puse a escuchar. Entonces mi deseo inicial se desvaneció frente a la maravilla del presente. De la semilla hasta su manifestación hay todo un ciclo. Ellas viven cada etapa como un fin en sí mismo, sin forzar nada, sin hacer diferencias, ni darle más importancia a una u otra parte del proceso.Cada parte es necesaria, encierra su propia belleza y conlleva un aprendizaje. Creo que ahí reside la fuerza y armonía de la naturaleza: en la intensa presencia con la que se muestra en cada aquí y ahora.
Alcancé mi sombra: la de mi impaciencia latente por acabar cada proyecto que empiezo, la ansiedad que genero frente a todo lo que queda por hacer, o la inquietud en la espera por la llegada de una fecha en el calendario. Por esa manía de vivir hacia delante, o hacia atrás, tanto da, la cuestión es vivir fuera de momento y lugar.
Por suerte, están las orquídeas silvestres. Para alertarme que cada paso del camino constituye una parte del conjunto, y que ese conjunto solo madurará cuando se haya completado cada fase. Que será un resultado, que terminará pasando y nada más, y que es absurdo esperar a celebrar el resultado y perderse la celebración del instante.
Por suerte, están las orquídeas silvestres. Para alertarme que cada paso del camino constituye una parte del conjunto, y que ese conjunto solo madurará cuando se haya completado cada fase. Que será un resultado, que terminará pasando y nada más, y que es absurdo esperar a celebrar el resultado y perderse la celebración del instante.
Y por encima de todo, esa magia especial, ingrediente básico para la felicidad: la magia de estar conectadas al latir de cada instante.