lunes, 25 de marzo de 2024

Queremos ser su voz. Llamemos a las cosas por su nombre, son cárceles para animales

 

Karma y yo visitamos La ciudad de las Artes y las Ciencias en Valencia y no podemos resistirnos ante la impresionante obra arquitectónica de Calatrava. Lástima que el arquitecto valenciano arrastre una historia  tan negra a sus espaldas, ganada a pulso por su mal hacer en tantos proyectos y sus desfalcos y pufos; que si no, caeríamos rendidos a sus pies artísticos. Pero lo primero es lo primero, hay ser honesto y buen profesional si quieres ganarte un lugar en el cielo de la celebridad. Y este no es su caso, pero aún así pasear entre los edificios que se extienden por el complejo como son el Palacio de las Artes, el Planetario, el Museo de las Ciencias, El Umbráculo, El Ágora… no deja de ser una experiencia neofuturista atemporal, donde cada edificio adopta una nueva forma según el ángulo o la perspectiva desde donde lo mires. Y cuando se superponen entre ellos parece que estés recorriendo las calles de una ciudad espacial interplanetaria.




 

Al Oceanografic (obra de Félix Candela) no entramos. No estamos a favor de parques temáticos con animales. Es un eufemismo hablar de educación marina cuando lo que en verdad hay detrás es explotación animal recreo-lucrativa a manos del hombre. Y las compañeras que sí entraron, nos corroboraron lo triste que resultaba ver a un cetáceo como la beluga encerrada en una piscina artificial. Por no hablar de la noticia que salió a la luz de un cuidador sobre los delfines del delfinario, que denunciaba al centro por malos tratos al someter semanalmente a endoscopias a estos preciosos mamíferos para sacarles del estómago los objetos que arrojan y se tragan de las piscinas. 

Estos parques temáticos con animales lo único que tienen en cuenta es el dinero. No nos dejemos engañar por mensajes del tipo conservacionista o de educación medioambiental. Detrás de todo ello hay un precio muy alto en sufrimiento y vida animal.

Karmita y yo creemos en la conservación de los animales en su habitat;  en este caso, a mar y océano abierto. Así se cubre una doble función, la protección de los animales y la del planeta. Pero claro, eso no renta a nivel empresarial. A no ser que se busquen fórmulas. Fórmulas más humanistas y empáticas con las especies con las que compartimos la Tierra.

Confío en que llegará ese día. El día en el que no existan zoológicos, ni acuarios, ni delfinarios; ni en definitiva ningún tipo de cárcel donde mantener a animales inocentes en cautividad.

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