viernes, 29 de abril de 2016

Celebrando lo nuevo





Esta mañana me ha despertado tu abrazo ¡Qué regalo inesperado! Y tu voz, susurrándome al oído que fuera muy feliz. Nos hemos quedado así un buen rato, en esa unión poderosa que forma el abrazo de una madre y una hija, deseándonos cosas bonitas. He sentido ganas de lo nuevo. Creo que has sido tú, con tu alegría quien me ha contagiado las ganas. Tan a gusto que no quería moverme.

De nuevo, tu voz me ha impulsado a levantarme, a buscar los colores de la mañana. Con la suavidad de una agenda en blanco por delante, me he puesto a mis cosas. Hago estiramientos, medito, recojo casa, desayuno y tu abrazo sigue conmigo. Y esa ilusión de lo que está por descubrir. Hago recuento. Suelto lo que no quiero, afianzo lo que amo, sueño con lo por venir.

Entonces me doy cuenta. Es el primer cumpleaños desde que te has ido, donde la alegría se ha hecho dueña. Te siento tan grande y tan cerca que tengo que abrir y cerrar las manos muchas veces seguidas, para apretar la nada, como tantas veces, apretar tu ausencia. Y las briznas de impotencia me alcanzan, por no poderte ver con los sentidos primarios, escucharte con mis primarios sentidos, olerte, darte mil besos, mil abrazos, mi te amos… Advierto que es un nuevo llanto, hoy todo es nuevo, el dolor es secundario. Un llanto que  moja sin inundar, que permite seguir recordando, silenciosa lluvia que se recibe con una sonrisa.

El Amor ha pasado a un primer plano. Tu Amor tan grande, que siempre fue mucho más grande, vuelve a ocupar su lugar.

Tal vez haya sido el despertar con tus besos y tu alegría. O el trabajo de este corazón en duelo, más repuesto. Pero lo cierto es que hoy el Amor brilla por encima de todo lo demás. Y lo celebramos juntas. Siento que una vez más vuelvo a nacer, y te agradezco. Que tu Amor me vuelve a la vida. De nuevo tu Amor, tu inmenso Amor, me vuelve a la luz.

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