Los perros de caza son los que más sufren en España de maltrato, abandono y sacrificio animal. Y los perros de ganado, y los guardianes de fincas o cortijos también sufren lo suyo cuando los humanos que los tienen a su cargo evaden su responsabilidad de cuidarlos como corresponde, o incurren en malas praxis.
Personalmente me niego a llamar deporte a una actividad cuyo objetivo es matar (para mí, todos los animales son seres sintientes), y si por mí fuera, la caza estaría prohibida en España. Pero ya que mi deseo se traduce en una realidad muy lejana a día de hoy, al menos, mientras exista la caza debería existir la vigilancia y aplicación taxativa de la ley en materia de protección y bienestar animal. El sector cinegético es el sector más preocupantes en cuanto al maltrato animal se refiere, y concretamente, al maltrato de perros. Seguro que hay cazadores responsables con sus canes que cuidan y respetan a sus perros, les procuran el bienestar necesario, los alimentan, los tienen a buen resguardo y cobijo, los esterilizan, los mantienen sanos y llevan sus cartillas sanitarias al día. Seguro que los hay, aunque no abunden este tipo de videos en redes.
Porque por desgracia, lo que más abunda y circula por redes sociales, o presencialmente si se vive en zona rural, es que los perros de caza en nuestro país viven hacinados en zonas cercadas dentro de fincas o cortijos bajo las inclemencias del tiempo, por lo general sin supervisión, están desatendidos, desnutridos y deshidratados, son maltratados hasta la extenuación, se les transporta sin seguir la normativa de bienestar animal, y se les abandona y/o sacrifica cuando acaba la temporada de caza. No hay más que cruzarse con uno que haya tenido la suerte de separarse de la rehala o haya sido abandonado, no hay forma de pillarlo por el miedo tan atroz que presenta al humano.
En cuanto a los perros de pastoreo, suelen correr mejor suerte, pero no mucha. Por supuesto que se ven casos de pastores con sus perros sanos que brindan su servicio y son compañeros del humano, pero también se dan muchos otros de desamparo, maltrato y explotación animal, sumándole a ello el problema de la procreación sin control y la falta de seguimiento veterinario.
En el área rural, hay muchos perros enfermos o lesionados que no son tratados clínicamente, y lo normal es que no hayan pisado un veterinario en su vida. Por poner un ejemplo, Andalucía es una de las comunidades con una mayor prevalencia de Leishmaniosis del país; una enfermedad mortal para los perros si no son tratados debidamente y que se transmite por la picadura de un parásito, con lo que los perros que viven en la intemperie tienen mayor riesgo de contraerla. No es extraño ver entre los perros de caza, guardianes de fincas o de ganaderos, perros enfermos de Leishmaniosis, a veces hasta grados insostenibles.
No digo que en las zonas urbanas no se den estas situaciones. La diferencia es que en las ciudades el abandono animal pasa más desapercibido, y el maltrato, cuando se intercepta, suele denunciarse; cosa que en el campo es más difícil porque es un círculo más hermético y cerrado, con lo que se sostienen y protegen entre ellos. En la ciudad, hay que acercarse a la perrera, a una protectora o entrar en contacto con una Asociación para darse cuenta de la gravedad del asunto en cuanto a abandono animal. Es lo que tiene vivir en la ciudad, es todo aparentemente más correcto e higiénico, pero si escarbas, encuentras las mismas situaciones que en el campo, solo que saltan menos a la vista y no parecen tan evidentes.
Pero volviendo a lo rural, que es de donde surgen los sectores que tratan de que la Ley de Protección Animal no salga adelante como debiera.
En cuanto al sacrificio animal, uno de los objetivos a atajar con la nueva Ley, y que está directamente relacionado con la procreación sin control y el abandono, es una realidad que se da tanto en perros de caza como en los de otros sectores rurales. Tal vez, no sea tan evidente entre los perros de pastoreo o guardianes de tierras como en el sector de la caza, donde algunos cazadores los sacrifican cuando no sirven para el propósito que les marcan o cuando acaba la temporada. Porque, por desgracia, en las zonas rurales se sigue aplicando aquello de sacrificar a la camada entera nada más nacer. Todavía existe una parte importante de la población rural, ya sean trabajadores de ganado o de tierras, que no están suficientemente concienciados con el sentir animal, ni tampoco están dispuestos a invertir un céntimo en la esterilización de sus animales. Así que los echan al río o los ahogan en cubos de agua cuando nacen; aunque cueste creerlo, eso se sigue haciendo en España.
Y teniendo en cuenta este panorama, los cazadores y galgueros piden (entre otras cosas) que se les exima de la obligatoriedad de censar y esterilizar a sus animales para poder seguir criando y vendiendo perros de caza sin control ni licencias (no hay más que entrar en Milanuncios y poner perros de caza o podenco, para ver el aluvión de anuncios de venta de perros que te sale).
Es decir, son precisamente ellos, cazadores y ganaderos (siempre sin generalizar, los hay muy responsables seguro), los que conforman uno de los sectores poblacionales que más necesitan concienciarse sobre el buen trato animal y modificar sus pautas de comportamiento y relación con los animales, los que piden que esta nueva ley de protección animal no les afecte en la misma medida que al resto. Que se haga una excepción con ellos, que sus perros no sean tratados como “mascotas” o animales de compañía y que se rijan por una normativa especial más acorde a sus intereses económicos y personales (esto no lo dicen ellos, lo digo yo. Ellos dicen más acorde a su actividad).
Disculpad la redundancia, pero es que no salgo de mi asombro. Que sean justamente ellos los que demandan que se haga una excepción en el sector que más se ceba con el maltrato, el abandono y el sacrificio animal. ¿No es de locos, locos? ¿Es que no entienden que es una Ley de Protección Animal? Se trata de proteger animales, a-ni-ma-les. No estamos hablando ahora de ese tipo de animales conocidos como personas. Estamos hablando de animales no humanos. ¿Es porque ellos tratan directamente con animales y hacen de esto su negocio o modo de vida por lo que hay que tratarlos de forma diferente? Tajantemente, no. Otra cosa sería que el gobierno considerase una serie de medidas o incentivos como campañas gratuitas de esterilización para ayudar a los sectores más empobrecidos (que serían algunos agricultores y ganaderos) a conseguir los objetivos marcados por ley. Pero un trato preferencial sería recaer en una gran injusticia para con los animales pertenecientes a estos sectores, y antidemocrático con el resto de ciudadanos.
Además, ¿por qué habría que hacer una diferenciación entre animales de caza o pastoreo, y los de ciudad, llamados de compañía? Los animales son animales. Y los perros, recién considerados por nuestra legislación como seres sintientes, son todos igual de sintientes. No es que sean unos más sintientes que otros; así que, como tales, deben ser protegidos. No importa la actividad a la que se dediquen. De hecho, son precisamente los perros que trabajan en estos sectores, sobre todo en el de la caza, los más castigados, los que están expuestos a situaciones de mayor riesgo y vulnerabilidad, y por lo tanto, si hubiera que hacer alguna diferenciación, sería la de protegerlos aún más.
Aquí lo importante es una ley unificada que proteja a los animales. En el caso concreto de esta polémica, a los perros. Aunque, precisamente, otro de los logros de la nueva ley es que ha incluido en nuestro ordenamiento jurídico (siguiendo a legisladores alemanes y británicos) el término "animales vertebrados" para referirse a los animales que ampara. De este modo, no solo se incluyen los animales de compañía o domésticos, sino también a los animales silvestres o los que viven en cautividad. Con ello, también se pretende evitar el maltrato gratuito por "entretenimiento y diversión" que sufren determinados animales que viven en libertad, como es el caso de los jabalíes, a manos del hombre. Esto marca una gran diferencia, cualquier "animal vertebrado" estará, al menos en principio, protegido frente al maltrato por ley.
Por suerte, en principio, el texto presentado por el Ministerio de Derechos Sociales se ha mantenido firme y no ha cedido a las demandas del sector representado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Ahora solo queda esperar que se apruebe el texto íntegro y pase el trámite parlamentario sin ser modificado hasta entrar en vigor como la nueva Ley de Bienestar y Protección Animal.
Y no se trata de declarar una guerra abierta de a ver quién gana o quién puede más. Se trata de hacer un camino juntos, un camino que se presenta largo porque cambiar la visión sobre el trato a los animales y la forma de convivencia con ellos lleva su tiempo; pero no podemos permitirnos la licencia de retroceder cuando ni siquiera acabamos de empezar.
Es humanamente, civilizadamente, señal de progreso humano y social, conseguir que esta ley salga adelante sin hacer diferencias. La primera ley estatal, común a todo el territorio español, sobre la protección de los derechos de los animales. Creo que han sido suficientemente pacientes (los animales no humanos, claro), que ya es hora para ellos y que se lo han ganado sobradamente. Concedámosles, por una vez, el protagonismo que se merecen.
Ilustraciones: www.elgalgoazul.com